martes, 26 de junio de 2007

Perros contra la luna, lejanísimos,
llevan hasta los ámbitos
más próximos la inquietud de la noche
rumorosa. Claros
sonidos, antes inaudibles,
se perciben ahora. Ecos vagos,
jirones de palabras, goznes
agrios,
desasosiegan el recinto en sombra.

Apenas sin espacio,
el silencio, el inasible
silencio, cercado
por los ruidos, se aprieta
en torno de tus piernas y tus brazos,
asciende levemente a tu cabeza,
y cae por tus cabellos destrenzados.

Es la noche y el sueño: no te inquietes.
El silencio ha crecido como un árbol.

Ángel González, Áspero mundo.

No me parece un poema muy veraniego, no sé si me gusta demasiado Ángel González (pelín cursi para mí que presumo de leer solo -o casi- a personas muertas) pero a veces agradezco encontrar la sensación de silencio lleno, silencio de árbol, que se lee en este poema.

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