lunes, 19 de mayo de 2008

"Ars brevis, vita brevis"

Nació bien, sin problemas. Carolina, mi mujer, no tuvo que hacer absolutamente nada: ya en sus modos de darse a la luz parecía presentar muchos más evos de experiencia en esta vida que nosotros dos. Por eso no nos sorprendió, ni a su madre ni a mí, que naciera con el cabello blanco. Le pusimos Luis por su padre, que soy yo, pero también le podríamos haber puesto cualquier nombre de hombre antiguo y extinguido como Orestes o Agamenón. Y es que verdaderamente mi hijo se nació a él mismo muy viejo, preñadas de canas las mismas pestañas. Pero el caso es que le pusimos Luis. Por mí, que soy su padre.

Nació con el pelo blanco y no sé por qué si su padre, que soy yo, nunca ha tenido pelo y su madre, que es mi mujer, se conserva mejor que ninguna otra mujer de su edad (rojo el cabello, cuyas herederas directas en la última hora serán sogas doradas, nunca carámbanos de nieve). Por su parte, mis sobrinos, que son así, cosas de críos, cuando vienen a casa, siempre lo dicen:

- Luis parece una muerte pequeña.
- Si Luisito tiene el pelo blanco es porque ya vivió demasiado en otra vida.
- El primo Luis recoge tiempos como quien recoge piedras por los parques.

Mis sobrinos, que han nacido todos poetas: cosas de críos.

Carolina y yo, por nuestra parte, hacemos todo lo que está en nuestras manos. Hace un mes, por ejemplo, le compramos a Luis un bastón sobre el que pueda apoyarse cuando por fin aprenda a andar. Le ha gustado mucho, está muy gracioso así, sentadito en el suelo a la par que sus manos se cruzan acariciando el pomo como si fuese un pequeño anciano. Hasta le hemos hecho una foto (el pomo del bastón, blanco como las sombras de una mortaja, va a juego con sus guedejas). De todos modos, la culpa sigue persiguiéndonos: Carolina dice que pusimos poco empeño aquella noche, yo digo que se hizo lo que se pudo y así, entre decir y decir, Luis se nos queda mirando hacia arriba con sus escasos ojso grises alguna que otra vez.

Yo lo quiero y creo que mi mujer también ha llegado a quererlo. Sabemos que va a morir más pronto que tarde: nadie soporta tantas canas sobre tan poca frente durante tanto tiempo. De lo que no estoy tan seguro es del afecto de Luis para con nosotros. Me gusta sentarme en la butaca que me dejó en herencia el abuelo. A menudo, los domingos, me entretiene reconocer vecinos en las esquelas del periódico. En esas circunstancias, mi hijo atraviesa repetidamente el cuarto de estar gateando con su bastón. Como la madera, cilíndrica, le hace daño al rodar en las palmas de las manos, tiene que interrumpir su camino en varias ocasiones. Entonces se yergue sobre sus rodillas, me mira resoplando contra sus pesadas y albas guedejas y frunce el ceño. Después sigue su camino. Yo entonces cierro el periódico y quiero entender que nosotros, Carolina y yo, hemos hecho algo mal, que hemos anunciado algo suyo antes de tiempo, que si sabíamos de antelación que íbamos a dejar tan poco de nosotros sobre él mejor hubiera sido no hacer nacer a nadie y, sobre todo, que a lo mejor le hemos comprado demasiado pronto un bastón a Luis, quien ni siquiera sabe andar y con total seguridad se va ir de esta vida sin poderse valer de su báculo; él, que ni siquiera sabe hablar y va a irse de esta vida sin poder siquiera lamentar, renqueante bajo su copa de invierno, siquiera cómo pasa el tiempo, siquiera.

Fernando Sánchez Calvo, Muertes de andar por casa

jueves, 8 de mayo de 2008

miércoles, 7 de mayo de 2008

Visión de Castilla




Así son las cosas por aquí, áridas y exóticas. Montones de paja enfrentándose a gritos de piedra, familias de vasijas conviviendo con hermosos pavos reales.

Así son las cosas por aquí, o al menos así lo ve el fotógrafo (de nick) isakito. isakito aún no se ha animado a hacerse un blog-fotolog-myspace o similar, pero si alguien quiere ver más imágenes suyas puede hacerlo en este foro de fotografía www.dzoom.org.es/postt25815.html

A mí me gustan especialmente la de la cantera y la de las vasijas. Creo que reproducen muy bien lo que se respira algunas tardes por aquí: el silencio doloroso, la presión en la sien, las ganas de matar al vecino.

viernes, 2 de mayo de 2008