
Todos esos papanatas de la burguesía, de cuya boca solo salen palabras como "deshonesto, deshonestidad, honestidad en el arte" y otras sandeces por el estilo, me recuerdan a la Louise Villedieu, una putilla de cinco francos, que me acompañó un día al Louvre, donde nunca había estado. Cuando pasábamos por delante de las estatuas y cuadros inmortales, se ponía colorada, se tapaba el rostro, y me tiraba de la manga, preguntándome cómo se podían exponer al público semejantes barbaridades.
Charles Baudelaire.
El cuadro es Autorretrato, de Christian Schad. Si ampliáis la imagen la chica tiene una cicatriz atravesándole la mejilla absolutamente maravillosa.