Todavía padeces las tentaciones de Antonio. El entretenimiento del fervor atenuado, los tics de orgullo pueril, al abatimiento y el pánico.
Pero emprenderás tu labor: todas las posibilidades armónicas y arquitectónicas pulularán en torno a tu sede. Seres perfectos, imprevistos, se ofrecerán para que experimentes con ellos. A tus alrededores afluirán como un ensueño extraños gentíos de antaño y lujos ociosos. Tu memoria y tus sentidos no serán ya sino el alimento de tu impulso creador. Y el mundo, cuando tú salgas, ¿qué forma habrá revestido? En cualquier caso, ninguna de sus apariencias actuales.
Arthur Rimbaud
miércoles, 2 de mayo de 2007
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