miércoles, 14 de febrero de 2007

The tart with the chart

Pasado mañana me voy a Dublín y todavía tengo la mayoría de las cosas sin preparar. Solo tengo los billetes, de hecho. Y ni siquiera eso, porque el trayecto de vuelta Murcia-Albacete todavía está bastante sin confirmar... Además he llamado esta noche a Valerie y me ha saltado su buzón de voz. En inglés, of course.

Intenté leer algunas cosas sobre Irlanda en una guía que tenía María por aquí y como soy tan poco práctica para estas cosas no tengo ni idea de lo que me voy a encontrar. Me llamó la atención la historia que la guía titulaba "The tart with the chart" ("La fulana de la carreta") que hablaba de una insigne puta dublinesa llamada Molly Malone. Pero ni por esas.

Al final todo, como siempre, terminará saliendo bien.

-¡Qué valiente irse sola en semejante travesía!

La profesora Bellini sonrió halagada, porque era cierto, por momentos se había tenido que aguantar sola el miedo, la angustia de llegar de noche a ciudades desconocidas, arrastrando la valijita con ruedas que le había prestado una amiga. Los pocos momentos en los que se había sentido sola habían sido de noche cuando salía a comer y paseaba por las calles con mesas en la vereda, entre la gente que se divertía y tomaba algo. Pero no duraban mucho esos momentos porque le gustaba perderse por la intimidad de las calles angostas, explorando despacio los recovecos del laberinto de cada pueblo, las escaleras, las terrazas, los pasajes que parecían privados pero eran públicos, caminando en el calor de esa arquitectura despreocupada, sin límites precisos entre el adentro y el afuera.

Esto es un trozo de un cuento de Pedro Mairal llamado "El viaje de la profesora Bellini" sacado de una antología de nombre tan significativo como Cuentos de mujeres solas. Fui a comprar un libro de regalo (a una librería donde mi histeria leve cree que me miran raro) y vi esta antología ahí, encima de una mesa, desafiante, con su título como una maldición. Pensé "qué horror, cómo han podido", que es justo lo que hubiera pensado una señora gorda. Pero no podía dejar de mirarla. Ella ahí, yo aquí... Y tuve que llevármela.

Solo por romper el maleficio, para estar segura de que iba a saber manejar esas palabras.

1 comentario:

matías miguel clemente dijo...

Hola Bea, perdona qu eno haya visitado antes tu blog, pero como sabes no tengo conexión y esta semana ha sido un poco loca. He tenido que grabar muchismos programas. No te preocupes que lo único que te puede pasar es que no vaya nadie a recogerte...que nooo, te vistes de leiprechur o como sea y todos te querrán. Pasate lo guay.